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jueves, 1 de septiembre de 2011

United 93: un terrible homenaje de Paul Greengrass.


DÉCIMO ANIVERSARIO DE UN NONATO ASESINADO.

Mejor película del año 2006, por los críticos de Nueva York.
2 premios Bafta: director y magnífico montaje.
2 nominaciones Oscar. No ganaría ninguno, pero para mí la mejor ese año.


En estos días, nos cuesta levantarnos con el bombardeo de noticias negativas, y más si se cumplen 10 años del ataque terrorista al World Trade Center. Asi que, no estoy de humor para escribir de forma chistosa ni positiva.

Un director inglés, tuvo el valor de rodar una película con aspecto de documental falso (a tiempo aproximado real), recopilando las llamadas que se produjeron de los fallecidos en el avión número 93 de United Airlines, con las familias aterradas en sus domicilios. El guión lo desarrollo el propio director Paul Greengrass, con el apoyo de dichos familiares. Resultado un film impresionante.
1 heroicidad, 4 aviones, 3 impactos, 44 pasajeros en el United-93, 3017 muertos (incluyendo a los 19 terroristas islámicos)...
Todas las víctimas merecen un recuerdo, todas las familias un homenaje, y a los niños una mención: sus padres fueron héroes, pues intentaron que no murieran más personas. Y sobre todo, ¡sólo deseaban volver y abrazar a sus familias!.

Recordando los atentados terroristas del 11 de septiembre, que cambiarán para siempre la forma de ver el mundo. Me viene a la mente, la vida de la familia San Pío cuando uno de sus miembros (su hija), se fue a EEUU para forjarse nuevas ilusiones de prosperidad. Silvia San Pío trabajaba en el piso 92 de una de las Torres Gemelas.
Pues bien, la joven, que hubiera cumplido 27 años el 27 de septiembre de 2001, estaba casada con un norteamericano y embarazada de siete meses en el momento del ataque. Tenía doble nacionalidad y residía en Nueva York desde hacía varios años.
Su padre, José Luis San Pío, viajó a la ciudad con la esperanza de hallarla viva, pero su hija había muerto en su centro de trabajo, junto a su marido y otros 150 compañeros.
Su hija hubiera cumplido, casi los 10 añitos. Pero, su inocencia incipiente no podía imaginar en que tipo de lugar iba a abrir sus ojos. ¿Qué tipo de personas se encontraría?... Personas que son capaces de hacer una masacre entre inocentes, por sus ideales y sus creencias religiosas. ¡Vaya mierda!.
Algunos niños, conocen ya estas cosas. En USA se ha estudiado con el primer registro de ellos, que incluye hijos de personas que murieron en los cuatro aviones y en el Pentágono. Más de cien de ellos no habían nacido cuando sus padres fallecieron. El registro aún está incompleto, y la cuenta real probablemente supera los 3.000.
De aquí proviene la dificultad de tratar a menores que han sufrido una pérdida tan brutalmente íntima y al mismo tiempo tan espectacularmente pública.
Para ellos, éstas no son imágenes repetidas de torres que se caen y aviones que se estrellan, sino las escenas profundamente íntimas y devastadoras de la muerte de su padre. Estos pequeños no pueden caminar desde su escuela al almacén sin ver quince referencias al 11 de septiembre, al menos.

"He visto a mi papá morir una y otra vez", dice Sarah.

-¿Dónde está papá?, pregunta una pequeña a su madre.
-Papá está en el cielo -contestó a su hija Carolyn, con sus ojos azules esperando un gesto de aprobación.
-¿Y cómo llega uno al cielo?
-Alguien te mata -respondió Brendan.
Brendan tenía dos años cuando su padre, Thomas Fitzpatrick, murió. Fitzpatrick trabajaba en el piso 104 de la Torre Sur.

Quizás lo más difícil de ver a los niños vivir el duelo es que sucede progresivamente: a medida que crecen. Cada par de años, reprocesan la muerte de maneras que encajan con su recién descubierto nivel de desarrollo cognitivo. No solo está revivir la pérdida, tienen que revivir toda la horrible manera en que sus padres murieron.
Sin embargo, el pequeño de Silvia no podría nunca, tener este desarrollo. Quizás, no tenía aún ni el nombre decidido.

En los momentos que veía humear la primera torre, se creía que una avioneta (posiblemente) se había estrellado contra ella. A mí personalmente, me olía muy mal.
De repente, cuando estaba sentado preparándome para comer, vi atónitamente, acercarse un avión de gran tonelaje hacia la segunda, aún intacta. Todos, tuvimos que frotarnos los ojos, dimos un salto y pensamos en voz alta, un atentado.
En ese momento, la historia moderna del Planeta cambiaría para siempre. Y hasta nuestros días, esperando una segunda recesión económica, no sabemos cuál será el futuro del nuevo orden mundial.

Las cosas han cambiado considerablemente, desde entonces las grandes ciudades han cambiado en la fisonomía de sus habitantes.
Existen focos animosos de rebelación contra los sistemas políticos.
Los ghettos crecen, mientras que los bolsillos de los ciudadanos decrecen progresivamente. El paro y el hambre se multiplica.

En mi ciudad, antes cuando salía del portal, me encontraba con una pintada en un corazón entintado, de algunien declanrándole su amor a otra persona. Ese grafitti, ya lo ha borrado una brigada de limpieza de edificios. Ahora, si avanzo un poco más por la calle, me encuentro con otro que dice: "Bin Laden no ha muerto. Fuck".
Esto es lo realmente grave... Vaya pensamiento. Otros piensan que continuar la obra macabra, es la mejor visión de esta vida. ¡Buff... ojalá, espero que no!.
Por tanto, cuando ves por la calle a alguien con aspecto radical (con sus vestimentas y barbas), no tienes más remedio que pensar: ¿quién será?, ¿a qué se dedicará?, y te recorre un recuerdo amargo del 11 de septiembre...
Y de la futura madre Silvia con su nonato asesinado.

(Postdata: Posteriormente en España tendríamos nuestro propio desastre en aquellos fatídicos trenes madrileños, también con alguna víctima embarazada).
Si quieres visitar, mi enlace de El Incidente de M. N. Shyamalan, desarrollo el paralelismo de su película, con los hechos del atentato en USA. Es aconsejable visionar el film a continuación de United 93.



(Segunda parte del homenaje a la víctimas del 11 de Septiembre)

Un hombre de Norfolk, VA llamó a una estación de radio local para compartir esto que le pasó en el día trágico de septiembre 11 del 2001. Su nombre era Roberto Matthews. Éstas son sus palabras:


"Algunas semanas antes de sept. 11, mi esposa y yo esperábamos nuestro primer hijo. Ella planeó un viaje a California para visitar a su hermana. En nuestra ida al aeropuerto, oramos para que Dios le concediera a mi esposa un viaje seguro y estuviese con ella.

Poco después de decir "amén", oímos un estallido ruidoso y el carro se sacudió violentamente. Había explotado una de las llantas del carro en que íbamos. Cambié el neumático tan rápidamente como pude, pero llegamos tarde al aeropuerto y mi esposa perdió el vuelo. Ambos muy trastornados, regresamos a casa.
Recibí una llamada de mi padre que era un jubilado del departamento de bomberos de New York. Él me preguntó cuál era el número de vuelo en que viajaba mi esposa, pero le expliqué que perdimos el vuelo. Mi padre me informó que su vuelo era el que se estrelló en la torre sur. La noticia me sacudió y me dejo mudo.

Mi padre también tenía más noticias para mí; él me dijo que iba a ayudar en la tarea del rescate, "esto no es algo como para sentarme, yo tengo que hacer algo". Me preocupó su seguridad, por supuesto, pero más porque él nunca había dado su vida a Cristo. Después de una breve discusión, sabía que no iba a cambiar de idea y antes de que él colgara el teléfono, él dijo, "ten buen cuidado de mi nieto". Ésas fueron las últimas palabras que escuche de mi padre. Él murió mientras ayudaba rescatando a otros.

Mi alegría de que Dios había oído mi oración y salvado a mi esposa se convirtió en cólera. Me enojé con Dios, con mi padre, y conmigo mismo. Habían pasado casi 2 años culpando a Dios por no salvar a mi padre, porque mi hijo nunca conocería a su abuelo, mi padre nunca había aceptado a Cristo, y yo nunca conseguí decirle adiós.

Entonces algo sucedió. Hace aproximadamente 2 meses, estaba sentado en casa con mi esposa y mi hijo, cuando escuché que alguien tocaba la puerta. Mire a mi esposa, pero ella no esperaba a nadie, asi, que abrí la puerta y allí estaba una pareja con un niño pequeño. El hombre me miraba y preguntó si el nombre de mi padre era Jake Matthews. Le dije que sí era.

Él asió rápidamente mi mano y me dijo, "nunca conocí a tu padre, pero es un honor para mi conocer a su hijo". Él me explicó a mí que su esposa había trabajado en el centro mundial del comercio (las Torres Gemelas) y había quedado atrapada adentro después del ataque. Ella estaba embarazada y no sabía como salir de aquel caos.

Él entonces explicó que mi padre había sido el que entró hasta donde ella estaba atrapada para liberarla. Mis ojos se llenaron de lagrimas al saber que mi padre había dado su vida para rescatar gente como esta. Él entonces me dijo, "hay una cosa que usted necesita saber". Su esposa entonces me dijo que mi padre trabajó arduamente para liberarla, y mientras él lo hacía le hablé de Cristo y él lo aceptó.

Comencé a llorar de gozo por la noticias. Ahora sé que cuando vaya al cielo, mi padre estará impaciente para darme la bienvenida, y comunicarle las gracias por esta familia salvada.
Cuando su bebe nació, lo nombraron Jacob Matthew en honor del hombre que dio su vida por ellos.



DESCANSEN EN PAZ

Requiem de los españoles Mago de Oz:

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